Cómo manejar el ruido de la pirotecnia en Año Nuevo en niños con TEA y TDAH

Año Nuevo debería sentirse como un momento de alegría, pero para muchos niños con TEA, TDAH, trastorno del espectro autista o hipersensibilidad sensorial, es una noche intensa, larga y llena de sustos. Quizás ya lo viviste: llanto, sobresaltos, taparse los oídos con desesperación o incluso huir corriendo cuando estalla el primer petardo.

No es un capricho. No es exageración.
Es miedo real. Es dolor. Es una sensación física que su cuerpo no puede controlar.
Y vos, del otro lado, hacés lo imposible por calmarlo mientras el ruido no se detiene.

En esta nota te acompañamos con una mirada clínica y emocional para que la noche de Año Nuevo sea más predecible, más contenida y menos angustiante para ambos.


¿Por qué la pirotecnia puede generar tanto miedo en niños con TEA o TDAH?

Muchos niños con trastorno del espectro autista (TEA), TDAH o perfiles de hipersensibilidad sensorial procesan los estímulos de forma más intensa. Un ruido que para vos es fuerte, para ellos puede sentirse como un impacto directo al sistema nervioso.

Desde la psicología del desarrollo y la integración sensorial sabemos que:

  • El cerebro recibe más información de la necesaria y no logra filtrarla.
  • No puede anticipar con precisión el momento exacto del ruido.
  • La sorpresa activa una respuesta de amenaza (miedo, huida, bloqueo).
  • Aparece una mezcla de miedo, confusión y malestar físico real.

Por eso, en muchos chicos con TEA, TDAH o autismo, las crisis en Año Nuevo no son un berrinche: son una reacción legítima de un sistema sensorial desbordado.

Si querés profundizar en la diferencia entre una crisis y un berrinche, también podés leer nuestra nota “¿Crisis o berrinche? Cómo distinguirlos con ejemplos reales”.


¿Cómo puedo acompañarlo sin empeorar la noche?

Tu presencia, tu calma y tu previsibilidad son claves. En niños con TEA, TDAH o dificultades de autorregulación, no se trata de que “aguanten” el ruido, sino de que se sientan cuidados mientras el entorno se vuelve más intenso.

1. Anticipá lo que va a pasar

No alcanza con decir “va a haber ruido”. La anticipación ayuda al cerebro a prepararse. Contale, con lenguaje simple, cuándo podría empezar la pirotecnia, qué va a pasar antes (cenar, brindar, etc.), qué puede hacer él cuando escuche ruido y qué vas a hacer vos para acompañarlo.

Ejemplo de frase:
“Esta noche puede haber ruidos fuertes en el cielo. Cuando pase, podemos usar los auriculares, ir a tu lugar tranquilo y yo voy a estar con vos todo el tiempo.”

2. Prepará un espacio seguro

Elegí un lugar de la casa que sea su refugio sensorial. Muchos niños con TEA, TDAH o autismo se calman más cuando el entorno es predecible y con menos estímulos:

  • cuarto con luz tenue o lámpara suave
  • música tranquila o ruido blanco
  • almohadón pesado o manta suave
  • auriculares de cancelación o vincha acolchada
  • botella de agua o vaso con sorbete
  • juguete sensorial, peluche o elemento de apego

3. No expliques demasiado durante el ruido

Durante el impacto sensorial, su sistema está sobrecargado. Las palabras largas no entran. Lo que más calma es tu cercanía física, tu tono de voz suave y tu propio ritmo regulado.

Podés repetir una frase corta, siempre igual:
“Estoy acá. Te estoy cuidando. Esto va a pasar.”


Rutina de contención sensorial para Año Nuevo

1. Antes de las 22:00
Prepará un pequeño kit sensorial: auriculares, manta suave, juguete reconfortante, agua fría o algo para tomar, algún objeto que le guste tener en la mano.
Mostrale el plan de la noche: a qué hora cenan, a qué hora pueden empezar los ruidos y qué opciones tiene si se siente mal.

2. Durante los primeros estruendos
Buscá su mirada sin insistir y decile: “Estoy acá. Podemos ir a tu lugar tranquilo.”
Acompañalo al espacio seguro si lo necesita. En muchos niños con TEA y TDAH, la presión profunda (un abrazo firme y tranquilo, sin apretar) ayuda a bajar la intensidad.

3. Cuando la crisis empieza a bajar
No es momento de explicar ni retar. Solo acompañá en silencio o con pocas palabras.
Ofrecé una actividad tranquila: dibujar, escuchar música suave, mirar un libro o cuento corto.

4. Al final de la noche
Validá su esfuerzo: “Sé que fue difícil. Lo hiciste muy bien. Yo estuve acá y vos pudiste atravesarlo.”
Ese reconocimiento fortalece su autoestima y su sensación de seguridad con vos.


¿Y la familia? Cómo manejar miradas y comentarios en estas situaciones

En estas noches todos opinan. Todos miran. Todos creen saber qué es “normal”. Pero cuando acompañás a un niño con TEA, TDAH o autismo, tu prioridad no es cumplir con las expectativas de los demás: tu prioridad es su bienestar.

Podés usar frases cortas y claras para responder sin entrar en discusión:

  • “El ruido le duele, no lo hace a propósito.”
  • “Lo acompañamos así porque sabemos que lo ayuda a sentirse más seguro.”
  • “Gracias por entender, después nos sumamos.”

Si alguien no entiende, no estás obligado a convencer a nadie esa noche. Estás ahí para cuidar a tu hijo.


El camino hacia una noche más tranquila

No existe la receta perfecta. Cada niño con TEA, TDAH o hipersensibilidad sensorial es único y lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Pero sí existe un camino compartido: anticipar, acompañar, regular y sostener.

Cada Año Nuevo es también un aprendizaje: para tu hijo, que va encontrando recursos para atravesar los ruidos; y para vos, que vas descubriendo qué lo ayuda más y cómo sostenerlo sin romperte.

Aunque la noche sea difícil, tu hijo siempre recuerda una cosa:
que estuviste ahí, presente, calmo, disponible. Eso es amor en acción.


Un aliado para esta noche: el Termómetro de Emociones

En muchos niños con TEA, TDAH o autismo, la crisis no aparece “de golpe”: hay una subida gradual de la intensidad emocional. El problema es que, si nadie la ve a tiempo, la explosión parece inesperada.

El Termómetro de Emociones de Munay está pensado para:

  • ayudarte a detectar la intensidad emocional antes de la crisis;
  • enseñarle a tu hijo a ponerle “nivel” a lo que siente, incluso si le cuesta hablar;
  • tener un recurso visual para expresar “no puedo más” sin llegar al desborde;
  • anticipar momentos críticos como fiestas, pirotecnia o reuniones familiares grandes.

En noches como estas, anticipar no es controlar: es cuidar.


Cierre Munay

Año Nuevo no es un examen. No tenés que lograr una noche perfecta. Solo acompañar, sostener y ofrecer calma en medio del ruido.

Aunque la noche se haga larga, hay un pequeño milagro en todo este proceso: tu hijo aprende a confiar en que no está solo cuando tiene miedo, y vos aprendés a leerlo más profundamente.

Desde Comunidad Munay, queremos recordarte que esto también es un proceso de amor y compañía. Estamos acá para acompañarte, siempre.